sábado, 2 de abril de 2005

Adios al Papa

Mientras Juan Pablo II se encamina al Señor no deja de dar testimonio de la presencia de Cristo en el mundo, es decir, de evangelizar. El primer testimonio de todos es, quizás, haber presenciado el hecho inédito de un acto de oración formado por miles de millones de personas, sin distinción de credo. El viernes 1 de Abril, por la noche, el mundo entero se unió en oración por largas horas. Otro signo evangelizador creo que ha sido la fuerza espiritual con la que enfrentó su enfermedad. En éste se puede ver claramente cómo el mal no es ni escándalo para la fe ni argumento contra la existencia de Dios. Un tercer testimonio: por la ausencia potencial de Juan Pablo II el mundo reconoce su clara sensación de desprotección y desamparo. Lejos de una interpretación superficial que tuviera que ver con la angustia existencial de la libertad ante la ausencia de una figura paternal y sobreprotectora, su fallecimiento pone en evidencia que sin la Iglesia el mundo no serí­a mejor -como tantas veces se ha afirmado-, sino al contrario; y esto no ha sido constatado deductiva sino afectivamente: la oración unió al mundo en el amor a un hombre y, en tanto humanidad, nos hicimos responsables de nuestro deseo que tenga una buena muerte, responsables ante Dios, el prójimo y nosotros mismos. ¡Qué lejos está todo esto de nuestro comportamiento ante las guerras, especialmente la última! ¡Qué pequeño aparece el mal ante un mundo que reza unido! La Fe, la Esperanza y el Amor, tesoros eclesiales, se los debemos a los evangelizadores que nos precedieron. Podríamos ver una señal más. Su agoní­a comenzó el viernes de Pascua y era casi imposible no asociar una muerte con otra. En su fortaleza y su fe subyací­a la figura de Jesús, obediente y fiel hasta último momento. Juan Pablo II así­ lo quiso también, pues aún teniendo el beneficio de la renuncia -por la que nadie le hubiera objetado nada- mantuvo su fidelidad al llamado vocacional hasta el último aliento dando testimonio de la Vida en Dios. Por su fidelidad responsable hasta las últimas consecuencias, el mundo se unió en la responsabilidad por él; en otras palabras, él no abandonó a Cristo, y el mundo, no lo abandonó a él. ¿No es eso un Pastor? ¿No fue Pastor de todos? Mis últimas palabras son de agradecimiento por sus incansables mediaciones a favor nuestro, y especialmente de Argentina y Chile, paí­ses de los que tantas vidas jóvenes salvó de la muerte. ¡Que necio nos aparece el comentario de quienes crucificaron a Jesús: "Salvó a otros y no puede salvarse a sí­ mismo"! Sin embargo, este es el misterio de nuestra fe: la Resurrección de Jesús, la entrega a Aquél que nos puede resucitar de entre los muertos.

"El Señor te guardará de todo mal; Él guardará tu alma" Salmo 121, 7.

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2 comentarios:

Blogger Unknown ha dicho...

La verdad, Gabriel, me impresionó muchísimo que pudieras escribir dos artículos tan distintos acerca de la muerte de Juan Pablo II. Soy católica y no conozco más de psicologia que mi propia experiencia como paciente. Con lo cual, podrás deducir, no entendí nada de tu abordaje "científico" del tema. Pero lo que me impresiona, no radica en lo no entiendo sino en que pueda hacerse una lectura tan complicada de un testimonio que, más que un acontecimiento de muerte, fue un acontecimiento de vida... para todos (lo cual creo que compartís). Mi comentario apunta a... "¡qué complicado, no?!"...(lo digo bien!) Una vez un sacerdote, cuando le dije que quería estudiar teología, me contestó "A Dios no se lo estudia, se lo vive."... Me encantó lo que me dijo... pero creo que Benedicto XVI llega más lejos diciendo que "A la Teología se la estudia de rodillas." No sé, todo este comentario apunta a lo mismo... frente a Dios sólo cabe la adoración, la alabanza, el Amor! Me pareció tan raro tu artículo "científico"! No entendí una jota! De onda :)

12 de marzo de 2009, 1:43  
Blogger Gabriel Abarca ha dicho...

Estimada María. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer mis reflexiones. La razón y la fe no se niegan mutuamente. Vivir a Dios no implica no pensar sobre Él, contemplarlo. Estudiar Teología es algo hermoso; "hacerlo de rodillas", una frase que Francisco PP ha usado tantas veces, es la actitud correcta de quien escucha a Dios antes de hablar de Él.
Respecto al artículo sobre Juan Pablo II, lo que indicaba es que, en aquella época, hace sólo 10 años, un Papa estaba lejos de representar lo que Francisco hoy nos transmite, aún JPII.
Siendo Papa, parecía sumar la totalidad de los poderes, y su muerte, representa el camino obligatorio de todo ser humano. Un camino, como bien decís, que hay que transitar viviéndolo.
Quizás, hoy, pudiera completar esa reflexión con otros caminos también psicoanalíticos que hablaran de la belleza, el trauma y la vida.
Te dejo un cariño y muchas gracias por tu atención.

14 de enero de 2015, 20:54  

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